domingo, 24 de noviembre de 2013

Los malos de la película

En una democracia se presupone que cada persona puede escoger el partido que desee, aquel que más se ajuste a sus convenciones y que cada uno deposita su voto en función de lo que cree que es mejor para el país o, en su defecto, lo menos malo.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, asusta ver como en Cataluña se otorgan carnés ya no solo de buenos y malos catalanes sino ahora también de buenas y malas personas. Sí, ya sé que resulta increíble lo que acabo de decir, pero no estoy exagerando. El sábado, el diario digital Directe publicó el siguiente titular: "Ciutadans, el partit de les males persones". ¿Y qué han hecho los miembros de este partido para recibir semejante calificativo? Pues nada más y nada menos que criticar que se destinaran 200.000 euros a cubrir la cadena humana del 11 de septiembre en lugar de pagar a las farmacias. Se puede estar de acuerdo o no con el comunicado firmado por Jordi Cañas, portavoz de este partido, pero parece difícil justificar a partir de este hecho que él o sus votantes sean malas personas.
La reacción de los militantes y simpatizantes de Ciudadanos no se hizo esperar y lanzaron en Twitter la etiqueta #josócmalapersona (yo soy mala persona). A la media hora de lanzarlo ya era tendencia en Barcelona y, poco después, número dos en toda España, lo cual tiene bastante mérito si tenemos en cuenta que se estaba celebrando la Conferencia Política del PSOE y que, además, era día de partido de fútbol. Eso implica que mucha, muchísima gente se sumó a la acción, es decir, que los pobres de Directe debieron de pasar muy mal día al sentirse tan rodeados de malas personas.
Es un tipo de discurso que empieza a hacerse muy frecuente lo cual acaba resultando una velada amenaza a todo a aquel que se atreva a disentir del discurso oficialista catalán
Si tan solo fuera esa noticia quizá no habría que darle más importancia porque, total, un mal día lo puede tener cualquiera y todos podemos equivocarnos a la hora de dejar ir nuestros dedos sobre el teclado y publicar una noticia con un titular desafortunado. El problema es que es un tipo de discurso que empieza a hacerse muy frecuente lo cual acaba resultando una velada amenaza a todo a aquel que se atreva a disentir del discurso oficialista catalán.
Por poner algunos ejemplos, hace unos meses, Joaquim Maria Puyal dijo en una entrevista al diario Ara, citando a Jordi Mir, que "los enemigos de Cataluña, en Cataluña manifiestan sus puntos de vista en catalán". No nos especifica quiénes son esos enemigos pero, de entrada, no suena muy tranquilizador saber que estamos rodeados de enemigos que son, eso sí, políglotas.
Más específica resulta Carme Forcadell, presidenta de la Assemblea Nacional Catalana, en una alocución del pasado 26 de mayo:
"Nuestro adversario es el Estado español, lo tenemos que tener muy claro, y los partidos españoles que hay en Cataluña como Ciudadanos y el Partido Popular, que no se tendría que llamar Partido Popular de Cataluña sino Partido Popular en Cataluña. Por lo tanto, estos son nuestros adversarios. Los demás somos el pueblo catalán".
Si tenemos en cuenta que la suma de esos dos partidos fue en los pasados comicios de 746.122 votos, empieza a dar un poco de miedo salir a la calle porque las posibilidades de encontrarse con un adversario son muy altas. Además, ¿dónde quedan adscritas todas esas personas a las que se niega pertenecer al "pueblo catalán" en función del partido por el que votaron en las últimas elecciones? ¿Recuperan su catalanidad si cambian la orientación de su voto? Se me antojan cuestiones de difícil respuesta ya que rozan, ciertamente, lo ontológico. Más allá de eso, no sé si Forcadell es muy consciente de que si al pueblo catalán le restamos esa cifra nos queda un pueblo con una densidad de población bastante mermada y de que, para colmo, la diferencia de votos entre PPC y su partido -ERC- es de apenas 20.000 votos.
El nivel de agresividad y de mala educación que se puede ver en, por ejemplo, las redes sociales es alarmante
En todo caso, se podría pensar que basta con aislar a esas terribles personas que utilizan toda su maldad contra Cataluña para que todo se arreglara pero no, es que aun hay más. Resulta que los socialistas están virando hacia el fascismo según decía en agosto Vicent Partal desde Vilaweb,asunto que debe de considerar muy importante ya que le dedicó dos editoriales. Llama la atención que se utilice precisamente esa palabra por parte de los que se quejan -y con razón- de que se usa con excesiva frivolidad. El PSC es, actualmente, la segunda fuerza más votada, con 524.707 (14,43%) aunque por efectos de la más que cuestionable ley electoral entregó la segunda posición a ERC con 498.681 (12,97%). Así las cosas, entre enemigos, adversarios de Cataluña y fascistas en potencia nos vamos a más de un millón de nuestros conciudadanos.
Se podrá alegar que desde todas las posiciones ideológicas se lanzan insultos y, desgraciadamente, es cierto. El nivel de agresividad y de mala educación que se puede ver en, por ejemplo, las redes sociales es alarmante. Pero todos los casos aquí citados son de personas que, de una manera u otra, se ven favorecidas por el dinero público, es decir, ese dinero que aportamos con nuestros impuestos. Y que te insulten es desagradable, pero que encima lo hagan personas que se ven beneficiadas con parte de tu sueldo es inadmisible.
En Cataluña hay una importante parte de la población que reclama la secesión porque cree que eso es lo mejor y su posición me parece absolutamente legítima y respetable. Creo que actúan desde la honestidad y el deseo de mejorar la realidad y, por eso, es evidente que merecen que quienes actúan como sus portavoces lo hagan desde el rigor y la objetividad de sus argumentos y no desde el insulto y la descalificación de nuestros vecinos, amigos y familiares.
NOTA: Este artículo fue publicado en el periódico digital Crónica Global (11-11-13)

sábado, 2 de noviembre de 2013

Las alas de Ícaro del proceso catalán

De pequeña tenía un libro de relatos y recuerdo que el que más llamaba mi atención era el de Ícaro, un joven que, con sus ansias de volar alto, se acercaba tanto al Sol que el calor derretía la cera con la que Dédalo, su padre, había pegado las plumas de las alas que había construido para poder escapar del laberinto en el que les había encerrado el rey Minos. Una seria advertencia para los que se dejan llevar por los excesos de ambición y desoyen los consejos paternos.
En los últimos tiempos he recordado a menudo esta historia ante la insistencia de los secesionistas en dar a conocer su causa internacionalmente, primero en un fracasado intento diplomático y después con su aparición en la prensa.
Salir en los medios y tener notoriedad pública no es bueno per se y la sensación que tengo es que, durante mucho tiempo, la mayoría de la gente que está en contra de esta secesión hacía un poco la vista gorda con el tema, ya saben, eso de que de lo que no se habla, no existe. Esta actitud ya no ha sido posible después de la evidente visibilización del "conflicto" y las respuestas no han sido precisamente halagüeñas para los artífices de esta campaña.
Butkevicius, primer ministro lituano, dijo que la prensa catalana había manifestado de manera errónea y tendenciosa sus palabras
De entrada, parecían haber conseguido el apoyo de Letonia y Lituania y aunque no son precisamente países que cuenten demasiado en el orden internacional -y vaya por delante todo mi respeto a estos países y mi amor por Lituania, uno de los lugares más bellos que he visitado-, eran un primer paso. Esta alegría no duró demasiado porque tras la llamada a capítulo del ministro García-Margallo no solo se desdijeron sino que, además, Algirdas Butkevicius, primer ministro lituano, dijo que la prensa catalana había manifestado de manera errónea y tendenciosa sus palabras. Con la ACN han topado.
Y a partir de ahí, cascada de declaraciones desde la Unión Europea (UE) manifestando de forma contundente lo que ya habían dicho en otras ocasiones: si un país se separa de otro, queda fuera de la Unión Europea y para que pueda volver a ser admitido necesita la unanimidad de los estados miembros. El vicepresidente y comisario de Competencia, Joaquín Almunia; la portavoz de la Comisión Europea, Pia Ahrenkilde y Jean-Claude Piris, una de las grandes autoridades en cuestiones jurídicas de la UE, fueron bastante claros. Eso sí, sus afirmaciones fueron rápidamente contestadas desde Cataluña y amplificadas por los medios de comunicaciones afines.
Para ello han echado mano de, por ejemplo, Roland Vaubel, al que suelen presentar como asesor de Merkel pese a que, en realidad, es tan solo uno más de los que asesoran al Ministerio de Economía alemán y forma parte de Alternative für Deutschland, un partido extraparlamentario que aboga por la salida del euro. Vaubel, además, defiende que el voto de aquellos que pagan más impuestos valga más que el de los que pagan menos. Resulta curioso que con la facilidad que brota el adjetivo facha en Cataluña luego se le dedique tanto espacio en los medios a una persona considerada muy reaccionaria en su país. En todo caso, se trata de un economista y no de un jurista o un especialista en política internacional así que sus opiniones sobre el tema son eso, meras opiniones. A Vaubel ya lo habían sacado a relucir hace unos meses pero volvieron a darle la palabra cuando salió a la luz tras las contundentes declaraciones de Francesc Granell en una entrevista en El País.
No es el único caso en el que hemos podido comprobar que ciertos medios ofrecen la información de manera, cuanto menos, poco objetiva. En La Vanguardia se hacen eco de una noticia firmada por la ACN en la que se afirma que Graham Watson "no ve problema en una Cataluña independiente en la UE" y lo presentan como presidente de los liberales en Europa cuando en realidad este cargo lo ocupa Guy Verhofstadt. Watson abandonó el puesto en 2009 y en la actualidad no es ni tan siquiera uno de los vicepresidentes, tal y como se puede comprobar aquí.
Internacionalizar el conflicto ha acabado siendo una especie de Ícaro acercándose peligrosamente a un Sol que ya empieza a derretir la cera de sus alas
En realidad, Watson es presidente del European Liberal Democrat and Reform Party, una confederación de partidos liberales y no del grupo parlamentario, en el que se integran partidos que forman parte de esta confederación pero también otros que no. Por otra parte, Graham Watson es escocés y elegido por la circunscripción de South West England y Gibraltar lo cual no invalida, obviamente, su opinión pero sí nos ayuda a entender el posible sesgo de la misma.
Pero el tema de la salida de la UE no se ha quedado ahí por mucho que desde los sectores secesionistas se intente quitar hierro al asunto. Los inversores del macrocomplejo BCN World advirtieron de que la pertenencia a la UE era crucial por cuestiones de moneda y seguridad jurídica. Y esta fue la primera de una serie de declaraciones desde el mundo de los negocios a las que siguieron las del presidente de la Cámara de Comercio de EEUU en España, que alertaba de la descolocación masiva en caso de independencia; las de Andreu Gómez, presidente del Círculo de Directivos de habla alemana reconociendo que el clima de incertidumbre actual dificulta las inversiones en Cataluña o las del profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Barcelona Gay de Liébana afirmando que "si nos tenemos que quedar fuera de la Unión Europea, mejor no iniciar el proceso" y a la vez que pintaba un panorama de lo más desalentador. Y, para acabarlo de rematar, un artículo en The New York Times sobre la negativa de los productores de cava a secundar los planes secesionistas del Gobierno autonómico catalán que concluye con las palabras de Bonet Ferrer, presidente de Freixenet: "Cataluña es una parte esencial de España y así es como debería continuar".
Vemos pues como la internacionalización del conflicto ha acabado siendo una especie de Ícaro acercándose peligrosamente a un Sol que ya empieza a derretir la cera de sus alas. Por supuesto, difícilmente se aceptan las voces autorizadas que empiezan a alertar de los peligros de toda esta aventura, de la misma manera que el joven desoyó los consejos de Dédalo.

Este artículo fue publicado en Crónica Global (23-10-13)

Catalonia Calling: no en mi nombre

Vamos a imaginar por un momento que una persona recibe un libro que no ha pedido sobre Auckland. Lo más probable es que le eche un vistazo, lo deje en la estantería y lo olvide porque, en general, realizamos nuestras lecturas o bien por placer o bien por obligación académica o laboral, pero es extraño que alguien decida leer un libro sobre un tema que, en principio, no es de su interés por el simple hecho de que alguien haya decidido mandárselo.
Pues bien, esa es la nueva ocurrencia de los partidarios de la secesión de Cataluña, que han pensado que el mundo no puede vivir ni un minuto más sin conocer su causa así que le van a mandar el libro Catalonia calling. What the world has to know, nada más y nada menos, que a las 10.000 personas más influyentes.
La mayoría no lo van a leer, obviamente, pero, aunque sea por pura probabilidad estadística, alguno sí lo hará. Imaginemos que ese lector potencial no sepa ni dónde está Cataluña y decida buscar información en internet. Se puede encontrar entonces con que se trata de una de las regiones más prósperas de un país democrático -porque, por mucho que ciertos sectores se empeñen en lo contrario, España es reconocida en el ámbito internacional como una democracia homologable a cualquier otra- que, además, posee un alto nivel de autogobierno que para sí quisiera, por ejemplo, Escocia y varios canales de televisión y radio. Descubre que, además, su lengua regional es la única vehicular en toda la enseñanza obligatoria, algo inaudito en el resto del planeta.
Me atrevo a pedir que creen una lista de las personas que no queremos que se utilice nuestra condición de catalanes para hablar por nosotros
A esa persona, a la que consideramos al día de las publicaciones internacionales ya que, recordemos, es muy influyente, quizá le venga a la cabeza entonces aquel artículo de la prestigiosa Spiegel sobre los separatismos en Europa que iniciaba su titular con un contundente "La hora de los egoístas" y en el que se señalaba como esas regiones separatistas que no quieren ser solidarias con las más pobres de sus propios países desean, paradójicamente, permanecer en la Unión Europea.
Imaginemos que esa persona sigue leyendo y se encuentra con lo del "derecho a decidir". Piensa, entonces, que se trata de un error de traducción porque "right to decide" es un sintagma que no tiene ningún sentido en inglés (bueno, en español y catalán tampoco, pero eso es otra historia). Como ve que el tema se repite, se da cuenta de que es algo realmente importante en Cataluña y acaba descubriendo que uno de los asesores en el tema es Arnaldo Otegi, que, en este momento, cumple prisión por su vinculación con el terrorismo. Esa persona, que tal vez viva en Nueva York o Londres, ciudades que han sufrido el horror de los atentados terroristas, deja el libro con un gesto de repulsión y sin entender por qué desde un lugar democrático se pide opinión para ser más democrático a una persona que ha demostrado no serlo.
Ya sabemos que, de un tiempo a esta parte, en Cataluña han proliferado las listas de buenos y malos catalanes y que incluso CiU decidió crear una lista de adhesiones a sus propuestas políticas. Pues bien, yo me atrevo a pedir otra cosa: que creen una lista de las personas que no queremos que se utilice nuestra condición de catalanes para hablar por nosotros, una lista en la que podamos decir que, por favor, no nos cuenten cuando hacen o dicen cosas que nos resultan poco pertinentes. O, mucho mejor aun, rogarles que empiecen a hablar con propiedad y declaren de una vez que no representan a Cataluña si no a una parte muy concreta de la población.
Y puestos a pedir, no estaría de más recordarles a Artur Mas y Núria de Gispert que su sueldo lo pagamos entre todos por lo que no es de recibo que sigan confundiendo gobierno con partido -a este respecto, es ilustrativo el hecho de que en la página web de la Consejería de Enseñanza aparezca una pestaña para poderse adherir al Pacto Nacional por el Derecho a Decidir- y que ellos no pueden involucrarse en algo así mandando a los líderes mundiales este libro. Al menos, no en mi nombre.